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Como cada semana empiezo poniendo a continuación el resumen de 1 artículo que ya había sido publicado en Pastando en Mulgore.
Al principio cuando llegamos a Pandaria recuerdo que hubieron muchas quejas, de gente que pensaba que una expansión dedicada al kungfu-panda era reirse de los jugadores, de otros que decían que Blizzard ya no sabía lo que hacía, de los que opinaban que el juego estaba muerto y sólo era un último intento por coger aire y resucitar.
Pero poco a poco esa expansión nos fue enamorando, con unos escenarios nuevos, razas nuevas, historias distintas a la que estábamos acostumbrados y en definitiva una sorpresa detrás de cada árbol y roca. Pese a lo que algunos haters puedan decir, Mist of Pandaria es una de las expansiones que más ha gustado a casi todos los jugadores.
Pandaria is different, es una tierra de descanso, paz y armonía, una tierra que durante 2 largos años ha tenido que sufrir nuestra presencia. Porque no os equivoquéis, el mayor mal que ha habido en la historia reciente de Pandaria no han sido los Sha, ni Garrosh. El mal más grande que ha habido en Pandaria hemos sido los jugadores.
En el tiempo que estuvimos allí fuimos capaces de hacer sangrar a la misma tierra, de cambiar quizás para siempre el aspecto del valle de la flor eterna, de ir a la batalla ante los pies de la estatua de uno de los celestiales y terminar derribándola. Tiramos abajo los servidores tratando de ver a Oondasta y nos creamos enemigos entre nuestra propia facción mientras nos matábamos en la isla intemporal.
Al final en tan sólo 2 años conseguimos que la apacible y tranquila tierra tras la niebla se convirtiese en otro campo de batalla más, como todos los sitios en los que hemos coincidido horda y Alianza, ¿y para qué?, para nada.
Como de costumbre, los jugadores en representación de la Alianza y la Horda, hemos hecho lo mismo que han hecho siempre todos los que a lo largo de la historia se han llamado a si mismos conquistadores. Fuimos, vencimos y arrasamos con todo cuanto vimos.
Pero ahora que hemos sido llamados a combatir por nuestra facción a un lugar lejano en la distancia y el tiempo, al fin hemos abandonado Pandaria, dejándola no como la encontramos, pero al menos dejándola tranquila.
No matamos Pandaria por poco, pero igualmente ahora que ya no estamos allí podemos decir…
¡Pandaria, descansa en paz!
Os recuerdo que esto no es más que un resumen de lo que ya fue publicado en PEM, si queréis leerlo íntegro junto con los comentarios de los lectores podéis hacerlo aquí.
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